jueves, 23 de diciembre de 2010

Navidades!!

Ya están aquí las navidades!
Poco las nota uno cuando anda por la calle, pero los Centros Comerciales están llenos de luces y colores navideños, y quieras que no se respira algo distinto.
El Centro de Idiomas hace unos días que no es lo mismo, al parecer muchos vuelven a sus países para celebrar estas fechas en familia... y una de esas personas es mi compañera de piso, Dunia, que por el poco tiempo que hemos compartido juntas nos hemos convertido en hermanas (si no gemelas). Se fue el lunes 21 a España y esta casa ha quedado demasiado vacía sin ella por aquí, así que he decidido aceptar la invitación de Mari, Diala, Alicia y Leila e ir a pasar estos días en su piso.
Aquí no se celebran las Navidades como las celebramos en Europa o América, así que tan sólo tenemos un día de fiesta (el 25, que da la casualidad de ser sábado), y el 1 (que también da la casualidad de caer en sábado), así que poco vamos a notar estas fiestas.
Sin embargo, por el momento han organizado una fiesta el viernes por la noche en casa de las chicas, y el sábado por la noche en casa de otro amigo, y así, de fiesta en fiesta, iremos pasando estos días.
El tiempo está algo loco, hace un par de semanas nevó un día y nadie fue a clase, nos quedamos todos en casa, al lado de la estufita, y ver como todo lo de fuera huele a Navidad e invierno. El señor del supermercado nos dijo que cada año, en invierno, durante unos días, se da la nieve y el hielo y es peligroso salir de casa, ya sea a pie o en coche.
Pero de momento, nadie ha visto nada de eso, sólo nevó un día, y ya ha vuelto a subir la temperatura, hoy y ayer llegamos a los 18-20º C y dicen que va a subir más la semana que viene, así que no sé muy bien qué clase de invierno nos espera.



domingo, 12 de diciembre de 2010

Tercer y último día de vacaciones

Finalmente, el tercer día de nuestras vacaciones inolvidables empezó de la mejor manera posible: viendo la salida del sol... que no el amanecer. Hago esta puntualización, porque nosotros queríamos ver el amanecer en el desierto, pero parece que el beduino no entendería nuestro cutre-árabinglés, y nos dio la hora de la salida del sol.
Así fue como nos despertamos todo emocionados para descubrir que ya había luz en el cielo. De todas formas, decidimos ir a ver la salida del sol. Escalamos una de las grandes rocas, si supierais el miedo que da, escalar una roca empinada como la que más, medio zombis por haber dormido 3h y cuidando mucho la enorme cantidad de desprendimientos... Pero sin duda, valió la pena llegar hasta arriba del todo, el desierto transmite una calma, un silencio, una paz y tranquilidad que no había sentido nunca hasta entonces.


Volvimos al campamento donde nos habían servido ya el típico desayuno jordano: labneh (queso-yogur de cabra con aceite), hummus (pasta de garbanzos), mutabbal (crema de berenjenas), zaatar (mezcla de especias que se come con pan y aceite de oliva), todo ello se come con pan, y té.
De ahí nos dieron una vuelta en Jeep por las dunas, y hacia las 12 partimos en dirección a Aqaba, una ciudad cerca de Wadi Rum pero a la costa del Mar Rojo. Cuando llegamos a Aqaba, lo primero que pensé fue: "¿Esto es Jordania? ¿O me han llevado a Tenerife?". Si veis fotos en Internet veréis a lo que me refiero: palmeras, turistas con cámaras de Nikon colgando del cuello, y playa. Sin embargo, para acceder a la playa, o bien se va a la playa pública (que no se recomienda a chicas extranjeras por el efecto que puedan causar sobre el público masculino...), o bien a la playa privada, propiedad de hoteles. Así que decidimos que ni una cosa ni la otra, íbamos a alquilar un barquito modesto por dos horas y a ver y bañarse en ese Mar Rojo conocido por lo cristalino que es. El Mar Rojo es precioso, y el agua, habría estado buenísima, si no fuera porque decidieron pararnos en un punto donde había una granja entera de erizos de mar.


Nuestro viaje de vuelta a casa en Amman se caracterizó por mucha música en el coche, mucho baile y mucha fiesta... españoles teníamos que ser.
Y así llegamos a nuestro hogar, dulce hogar, llenos de arena por todas partes, con el pelo salado del mar, y con el cuerpo de dos días sin lavar, de una excursión cuanto menos inolvidable e increíble a la que llamamos... "Callejeros por Jordania".


Qué deciros, lo único que nos faltaba es que el conductor de nuestro trayecto nos cogiera tanto cariño que nos invitó a comer a su casa... Musakhan!! Un plato típico jordano formado por pollo sobre pan, y bañado en jugo de limón, almendra y especias. ¡Ese es mi plato favorito!



domingo, 21 de noviembre de 2010

Vacaciones: Día 2

El segundo día... tocaba madrugar. Los que bien me conocéis, sabéis lo que me cuesta salir de la cama un día normal, cómo describiros lo que me costó levantarme, siendo día de vacaciones, y a las 5.50! Pues sí, lo conseguí, a las 7 teníamos que estar preparados para partir hacia... ¡Petra! Por Petra, lo que sea, pensé al despertar. Por Petra, y por Wadi Rum. Petra se encuentra al sur de Jordania, con lo que nos llevó 4h llegar ahí. Es una maravilla del mundo, es un enclave arqueológico y se remonta al siglo VII a.C.

Era la capital del imperio nabateo y lo mas impresionante es que es una ciudad no construida, si no excavada, esculpida en las rocas. Se caracteriza por su color rosado, pero en cualquier sitio puedes encontrar parte de roca amarilla, azul o gris.


El día no era muy bueno, hacía mucho frío y caían gotitas del cielo pretendiendo llegar a ser lluvia. Al final, lo consiguieron. Sin embargo, eso no nos detuvo, conseguimos subir hasta la roca más alta, un camino de 1h la subida y unos 45min la bajada. Llegamos a una altura de 200m, donde el viento soplaba con fuerza y la arena empezaba a molestar, con lo cual decidimos bajar rápidamente.
A las 15h ya, comidos y descansados (o algo así), nos montamos en el microbus de nuevo.
Próxima parada: ¡WADI RUM! Wadi Rum es el nombre que recibe el desierto jordano. Wadi significa Valle, y Rum significa Altas montañas (Wadi Rum= Valle de las altas montañas).
Debo decir que es el lugar que más ilusión me hacía visitar: el Desierto. Hacía tiempo que conservaba esa visita como un sueño (una vez cumplido el sueño de montar a camello). Llegamos a Wadi Rum hacia las 18h, ya era oscuro y no se podía distinguir gran cosa. Nos montaron en un 4x4 y nos llevaron al sitio donde pasaríamos la noche. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que nos habían preparado un sitio para nosotros 8 solos, con un par de jaimas para dormir a cubierto (cosa que desde luego yo no hice), una hoguera en el exterior rodeada de colchones donde nos sentábamos. Lo primero que nos dijo el beduino es que tuviéramos cuidado con las serpientes, los escorpiones y las hienas. Qué gracioso, oye.
Nos sirvieron un té delicioso y nos invitaron a cenar maqlube (plato palestino conocido en el mundo árabe constituido de arroz, pollo, coliflor, patatas, berenjena, zanahoria y/o otros ingredientes).
Terminamos la noche bailando dabke, aprendiendo trucos de magia con una cuerda hecha a base de pelo de cabra, y oyendo historias de nuestro beduino acerca de la forma en la que viven en el desierto. Nos contó, por ejemplo, que los escorpiones suelen vivir a 20cm debajo de la arena y que para inmunizar a los niños de las picadas del escorpión, las madres fríen el escorpión ya muerto, filtran el aceite que se usó para freír y untan su pecho con él. De esta forma, cuando el bebé bebe la leche materna, a la vez está bebiendo de ese aceite, y crece inmune al veneno del escorpión.
Nos quedamos alrededor de la hoguera hasta casi las 3, y la mayoría sacamos las mantas afuera y nos quedamos dormidos mirando las estrellas en ese cielo desértico tan despejado ansiosos por despertarnos dos horas después para ver salir el sol de detrás de las dunas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Vacaciones cortas, pero intensas

Después de varias frustraciones en lo que iban a ser nuestros planes de vacaciones estos días, durante la fiesta del sacrificio (Eid al-Adha), encontramos un Plan E, y no por ello más aburrido o menos interesante.

Junto con los demás estudiantes españoles del Centro de Idiomas (siete en total: un chico y seis chicas, lo sé, lo sé, qué suertudo) planificamos un viaje en microbús por dentro de Jordania que pasara por: Madaba, el Monte Nebo, Petra, el desierto de Wadi Rum, Aqaba y el Mar Rojo. Así que ya veis, un viaje de 3 días, cortito, pero intenso, variado y completo, visitando desde montes a playas, montañas, desiertos, rocas y cataratas.

Día 1:

Salimos a las 8.30. El microbús llevaba conductor incluido, un conductor palestino de los más salados, de 30 años, y de sonrisa permanente, una de esas personas que crees que no saben lo que es estar triste o ser infeliz.

De Amman, nos llevó en un trayecto de 40min a Madaba, donde el número de cristianos representa un 30% de sus habitantes. Por ello, es conocida por ser la ciudad de Jordania con mayor número de cristianos y por ser la ciudad de los mosaicos. Así es como visitamos la Iglesia Ortodoxa, y unos talleres en donde se creaban los mosaicos.

De Madaba fuimos al Monte Nebo, a sólo 20min. Ese Monte tiene un importante significado en la historia de las religiones, pues es ahí desde donde Moisés contempló la Tierra Prometida y también donde falleció. Fue enterrado ahí mismo pero no se sabe exactamente en qué punto. De ahí recorrimos 5km para llegar a la zona del Bautismo de Jesucristo, a escasos metros de la frontera con Israel. Visitamos también el Río Jordano, a un lado del Río estábamos nosotros, al otro, se encontraba Israel (el río tal vez hacía 4 o 5 metros de ancho como mucho), y se nos puso a todos la piel de gallina con sólo ver a los militares israelíes paseando al otro lado del río con sus metralletas colgando y su mano derecha sujetándolas con firmeza por el gatillo.

La zona del Bautismo, a pesar de encontrarse a 10min del Monte Nebo, está situada 1200m más abajo, a poco más de 400m por debajo del nivel del mar (al mismo nivel que el Mar Muerto). La temperatura era casi 10º C mayor, llegábamos a los casi 40 ºC.

Finalmente nos dirigimos a unas cataratas, los Hammamat Main, muy cerca de la zona del Bautismo (y consecuentemente, a la misma altura). Son unas cataratas muy pequeñas y curiosas: el agua venía de vías subterráneas en una zona de rocas volcánicas y por ello, era agua muy caliente, casi ardiendo, lo que lo convertía más bien en una experiencia de aguas termales y yacuzzi.

Así fue como terminó nuestro día de la forma más relajada imposible, y volvimos a nuestras casas para levantarnos al día siguiente a las 6 e ir a ver otras maravillas de este país que no deja de sorprendernos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Buen tiempo? ¿Para quién?

Sí, muy buen tiempo ha empezado a hacer, y no me refiero al sol y al calor que todos podéis tener en mente (todos, menos alguno al que le suele gustar la lluvia).

Llegué el 9 de septiembre y hasta hace apenas unos días no he tenido el Placer de ver, oler y sentir la lluvia en el ambiente. Parece que de esto hasta los propios jordanos están sorprendidos. El verano suele terminar a mediados de septiembre para dar lugar al otoño.

Hace unos días, cuando tuvimos la primera lluvia, Dunia y yo nos pusimos como locas, recuerdo que estábamos haciendo la cena y oímos llover. Automáticamente nos olvidamos de ella y corrimos a ver la lluvia. Dunia sacó su cámara y echó unas fotos… Le dije que como alguien nos vea en ese plan, pensarán que “estas ignorantes es la primera vez que ven agua caer del cielo”.

En el centro de la capital, la altitud es algo menor y hace más calor. La zona en donde vivo es más elevada y hace más fresquito. Por otro lado, el Mar Muerto es el punto más bajo del mundo, se encuentra por debajo del nivel del mar y por eso allí te encuentras siempre con 10º C más que en Ammán.

En fin, a finales de octubre aquí todavía llegábamos a los 34º C cada día, empecé a pensar que me traje yo el verano. Que lo traje arrastrando del verano del 2009, luego del verano zambiano del 2009 al marzo del 2010 y luego del verano gerundense del 2010 mismo. En total, llevo viviendo un año y medio en completo verano. Al fin parece que estos días empieza a refrescar. No veáis las ganas que tengo de volver a usar mis pañuelos, mis abrigos, mis guantes y mis botas.

¿Ya tocaba, no?

viernes, 22 de octubre de 2010

Taxis, locura, multas, carretera y... ¡fiesta!


Qué deciros acerca del mundo vehicular de Jordania. La faceta más loca que he podido conocer, palpar y vivir en el más de mes y medio que llevo aquí.
Aquí en Ammán, la mayoría de las carreteras no están explícitamente divididas por carriles. De hecho, justo hoy pasamos por una carretera en la que se veían los carriles delimitados y lo comentamos sorprendidos.
Mi profesora de prácticas de coche en Sabadell (Barcelona) me introdujo una vez a lo que ella llamaba la ciudad sin ley... pero desde luego, eso es porque no conoce Ammán. Aquí, las rotondas son puntos de locura extrema, los cruces no muestran ni prioridad a la derecha, ni a la izquierda... la prioridad es para el que ENTRE ANTES.
Los pitidos de los coches son tan frecuentes que uno se acostumbra a oírlos a cada segundo, apenas hay pasos de cebra con lo cual se cruza por donde se quiere, y no os preocupéis porque de haber algún coche cerca te pitará para que aceleres el paso, o te detengas, según como te pille.
Aquí se conduce por la derecha, como en España, y los coches son casi todos de conducción automática (obvio, hay que frenar y acelerar con rapidez, no hay tiempo para cambios de marcha o similares).
Pero hay una conclusión a la que llegué hoy mismo, y es que aquí, subirse a taxi es vivir una aventura nueva, y ya sabéis que a mi eso... me vuelve loca.
Hace unos días cogimos el taxi para ir al centro de la ciudad, éramos 9 en total, así que preguntamos al taxista si nos dejaba entrar 5 en el taxi, y nos dijo que sí. Subimos las 5 chicas más menuditas y mala pata... que al recorrer 3 metros contados se nos apareció un policía de la nada y multa a la vista. El conductor, todo enfadado, aceptó la multa de mala gana, argumentando que somos estudiantes y que no entendieron cuando él nos dijo que NO podíamos subir 5 al coche. Al ponerse en marcha de nuevo lo primero que hizo fue tirar su DNI y carné de conducir por ahí, y romper la multa y tirarla por la ventana. Imaginaos nuestras caras!!


Ese mismo día, al coger el taxi de vuelta, otra experiencia inolvidable. El taxista parecía seco como un palo. Nosotros siempre intentamos crear conversación con los taxistas para practicar árabe, pero ese hombre... no parecía muy lanzado. Sin embargo, la música que había puesto tenía tanto ritmo que Dunia y yo nos pusimos a medio bailar, y él subió un poco más el volumen. En ese momento, se me ocurrió preguntarle: "¿Sabe bailar?", a lo que el hombre respondió subiendo el volumen y moviendo los hombros. ¡Eso nos encantó! Jaja. Poco a poco, nos fuimos animando y ojalá vierais el panorama en el taxi. Ese hombre que tan seco parecía al principio terminó bailando, moviendo sus hombros, la cabeza, sonriendo todo contento y hasta en algún momento soltó las manos del volante para que Cameron lo sustituyera, y... ¡¡qué momentazo pasamos!! Con la música a tope, bailando en el taxi, riendo, dando palmadas... Una aventura, vamos.
Así que ya veis, tal y como nos dijeron: "Quien se saca el carné de conducir en Jordania, puede conducir en cualquier sitio".

martes, 12 de octubre de 2010

Un día para inmortalizar

Aunque aquí cada día tiene algo de especial que merece la pena dejar grabado en un Blog como este, ese día fue interesante de principio a fin.

Al terminar mis clases por la mañana, fuimos a comer al restaurante de la Universidad (que como no dejemos de hacerlo nos va a salir arroz con pollo por las orejas), y nos pusimos en marcha. Dunia, Victor, Cameron, Aseel, Jamal, Zeina, y yo (3 españoles, un escocés, un americano y dos jordanas) decidimos ir para lo que aquí llaman al-Balad, lo que internacionalmente se conoce como Downtown y lo que en castellano, en el caso de Amman, se puede traducir como “el centro de ciudad y casco antiguo”. Cogimos un taxi y fuimos para allá. Una vez ahí, preguntamos por la cafetería Al-Jafrah y llegamos. Es una cafetería grande, situada en el centro de la ciudad. En cuanto entramos, sentimos un fuerte olor a algo… un humo, pero con fragancia de frutas y otros sabores familiares, la gente iba ahí a fumar lo comúnmente conocido como narguile, shisha o cachimba. Nos sentaron en el mejor sitio, con butacas y todo, yo me sentía como en casa.

Pedimos que nos trajeran narguile, sí, que lo que en nuestra España puede llegar a costar 10 o 12 euros, aquí cuesta 2 dinares (no llega a 3€). La experiencia fue… interesante. Tuve un precioso rato con una compañía inmejorable y hacia las 6 decidimos ir volviendo a casa. Por el camino, nos paramos en una perfumería porque yo tenía que comprarme un perfume (no por nada, sólo que tuve que dejar el mío en España y no podía vivir más tiempo sin identidad olfativa). Hablé un rato con el chico mientras me preparaba el perfume que más me había gustado, sonreí un poco, y ya lo tenía: lo que me iba a costar 9.5 dinares, me costó 8.

De vuelta a casa, cogimos un taxi, y ahí tenéis la mejor parte del día.

Cinco de nosotros nos metimos en el mismo taxi y la verdad, creo que pasé el mejor rato del día: el taxista, un señorito de no menos de 55 años, con bigote blanco y tres pelos contados en la cabeza, me pidió la mano. La cosa fue de la siguiente forma:

- ¿De dónde venís?

- Yo vengo de España, pero ahora mismo soy jordana.

- Ah, ¿sí? ¿Y eso? ¿Te has casado con un jordano?

- Uy, no, no. ¿Qué pasa, tienes alguien para mí?

- Sí, yo, yo.

- Jajaja, ¿pero con este coche? ¡No!

- No, tengo tres coches.

- Ah, bueno entonces trato hecho.

- Ok, mañana traigo los papeles y los firmamos.

- ¡Perfecto!

Jajaja, no veáis las risas que se echaron mis compañeros durante todo el viaje y aún a veces cuando lo recordamos e imaginamos que algún día se presentará a la Universidad con papeles en la mano esperando que cumpla mi promesa. Él me dio su tarjeta de visita, y yo al salir del taxi le dije: “Bueno, ¡nos vemos mañana!”.

Así terminó ese día, un día que imagino que se perderá entre otros muchos días al final de mi estancia en este bello país, donde la gente sonríe por doquier y donde las bromas, tengan o no algo de cierto, son el hábito más puro e inocente.

viernes, 1 de octubre de 2010

¡Qué bueno es mantenerse ocupado!

Ha pasado una semana desde la última vez que actualicé el blog, pero parece que fuera hace un mes. No es porque lo esté pasando mal ni nada de eso… si no porque he estado ocupadita, y eso… me encanta.

Por un lado, he estado haciendo todos los papeles para pedir el permiso de residencia y volverme jordana del todo (o algo parecido). Aunque el Centro de Idiomas mismo nos lo tramita todo, no veáis el lío para conseguir los papeles que me piden. ¿Sabéis lo que es una gymkhana? Pues eso. “Ve al Centro de Inscripción”, “Aquí no es, es en el segundo piso”, “Para hacer esto necesito una firma de no se dónde”, “¿Traes el pasaporte contigo? Sin el pasaporte no podemos hacerte nada.”. En fin, lo más increíble fue que de entre los 5 que íbamos juntos jugando a este divertidísimo juego, yo era la única que llevaba el pasaporte y que tenía su nombre y apellido PERFECTAMENTE escrito en el papel que necesitaban para empezar a tramitar el permiso de residencia… quién lo iba a decir.

Por otro lado he conocido a mucha gente. Los jóvenes en general son muy abiertos, tienen interés, curiosidades, preguntan, hablan, comentan, comparten opiniones, y eso hace más fácil y natural el acercamiento y rápidamente aparece el cariño y la amistad basada en lazos fuertes (que como siempre, el tiempo pondrá a prueba).

He conocido a varios españoles. Sí, lo sé, cuidado, ¡hay que practicar el árabe! Pero no os preocupéis, los españoles son simplemente parte de mis amigos, y además como estamos todos interesados en aprender árabe, siempre intentamos meter palabras en árabe, aprender juntos y compartir lo dado en clase. De hecho, ¡una de la españolas va a ser mi compañera de piso! Sí, se instala hoy mismo, y es majísima, de padre iraquí, y está en el nivel 2, así que nos vamos a ayudar mutuamente espero.

Cada día comemos en el restaurante de la universidad. ¡Si supierais lo barato que es…! Un plato grande (que siempre me cuesta terminarme) de arroz con pollo, y alguna salsa (hummus, baba ghanouj, labnih) con pan me cuesta menos de 1 euro!! Así que ya veis, peligro a la vista: no tener que cocinar, no tener que lavar los platos, comida rica, y que llena. Aida, en serio, necesitas independizarte del todo y aprender a cocinar de modo que no te pases de sal…

Cada día para comer conozco a gente nueva, gente de aquí, gente de allí.

Tengo una “compañera de idioma” (“language partner”). Me la presentó un amigo de la universidad. Es jordana, se llama Shireen, estudia educación y castellano, así que perfecto. Quedamos un par o tres veces a la semana. Yo aprendo árabe y ella español. Es una dulzura de chica, siempre llama “habibti” (“mi amor”, muy muy usado aquí) a sus amigas, así que así la llamo yo también.

No sé si os podéis imaginar el lío de idiomas que llevo encima: castellano, inglés, árabe… el otro día saludé a alguien en persa y hasta le pregunté como está (“chetori, khubi?”, qué vergüenza…

¡Intentaré no volverme loca del todo!


P.D. En la foto, la de amarillo es Dunia, mi compañera de piso.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Vida en la Universidad de Jordania

Al fin empecé las clases en la universidad el miércoles día 22 (sorprendida al darme cuenta de, una vez más, cómo el número 22 marca fechas importantes en mi vida).
La Universidad de Jordania es la más importante del país. Es enorme y cuenta con unos 40.000 estudiantes. Nos reíamos con un amigo al comprobar que ésta es 7 veces más poblada que el pueblo de donde venía. Para mí, la palabra que mejor define la universidad es “diversidad”. Diversidad en la forma de vestir (desde las chicas más cubiertas que sólo muestran sus ojos, a las chicas más indiscretas), en creencias y religiones, en la situación económica (gran diferencia entre los que viven cómodamente y los que van más ahogados), en la procedencia (desde palestinos hasta coreanos), etc. Y es precioso irse fijando en esa diversidad y en cómo todos se mezclan haciendo de cualquier diferencia algo de lo que sacar provecho.
Además, la universidad, aparte de facultades, cuenta con cuatro bancos, biblioteca, restaurantes (uno caro y otro barato), montón de cafeterías, y… ¡hasta una clínica!
En el Centro Internacional de Idiomas donde estudio, poco me sorprende cuando observo al alumnado: la cantidad de chicos brilla por su ausencia. Mis compañeras traductoras ya entenderán a lo que me refiero cuando digo que de cada 100 chicas, encuentras 4 chicos, y de esos 4, tres son gays; y que sí, de tanto en tanto te encuentras algún personaje de anime por los pasillos y te entran ganas de preguntarle de qué serie manga sale.
En fin, empecé las clases. Mi profesor, el Sr. Ghutaiba nos dijo desde el primer momento, que en clase no se tenía que oír una sola palabra que no fuera en árabe. El nivel del resto de mis compañeros, a diferencia de lo que yo pensaba, es más o menos el mío. Hay un par o tres que sólo saben hablar el dialecto jordano que, por lo que he comprobado, es el que usa TODO el mundo. ¡TODO! Para que lo entendáis mejor… la gente en la calle no habla el árabe que yo aprendí en la universidad, se le llama árabe fusha (que signifca “claro, puro”) y se diferencia de los dialectos de cada país por ser el árabe estándar que se utiliza en todos los países del mundo árabe. Se puede oír en conferencias internacionales, canales de televisión, prensa, literatura, etc. Cuando yo hablo árabe por la calle puedo hacerme entender pero a pocos entiendo. Se diferencia poco del dialectal, pero lo suficiente para que, si ya me perdía oyendo hablar fusha, al oír dialectal ya me pierdo del todo. La gente lo estudia en el colegio, pero como luego no lo usan, pierden el dominio del fusha.
Por ello, he tomado la firme decisión de que voy a aprender ambos.
Ya ven, aunque aquí no se encuentren tigres y leones… cada día es una nueva sorpresa.


martes, 21 de septiembre de 2010

El día más esperado

Y sí, llegó al fin ese día, el día que llevaba esperando durante una semana y media, el día en el que iba a empezar en serio lo que será mi vida jordana durante el próximo año.

El lunes día 20, fui al Centro de Idiomas de la Universidad de Jordania donde durante casi tres horas estuve haciendo el examen que definiría el nivel desde el que empezaría el curso de árabe para extranjeros.

El examen constaba de 3 partes: auditivo, escrito y oral. Después de salir algo desanimada del oral por no haber sabido entender que la mujer me preguntaba lo que significa un “visado”, y creyendo que la batalla estaría entre quedarme en el nivel 2 o el nivel 3, volví a casa e intenté no pensar más en ello. El 21 de septiembre, iban a darnos los resultados.

Hoy, asistí a la presentación ofrecida por el Director del Centro acerca de los cursos, información general, excursiones que haremos, y otras curiosidades. Nos dijo por ejemplo, que aquí en Jordania, podemos convertirnos en magos… usando el poder de la SONRISA. Nos dijo que por sonreír, por ser amigables, abiertos y por llevar siempre en la boca la frase “Al-Ordon balad jamil jiddan” (“Jordania es un país muy bonito”), muchos de nuestros problemas se desvanecerían y muchos de nuestros gastos económicos se verían reducidos (siendo estudiantes, es algo a tener en cuenta) como por arte de magia. Nos advirtió que teníamos la posibilidad de contactar con otros estudiantes árabes para quedar y practicar nuestro árabe, pero que según él, tengamos cuidado, pues hay muchos “cazadores de estudiantes extranjeros”.

Después de eso, nos enseñaron los sitios más básicos de la Universidad a tener en cuenta: restaurante bueno y barato, clínica sanitaria, biblioteca, museo, punto de encuentro, bancos… Conocí a una chica cubana, uno jordano, una estadounidense, y un escocés que habla un español andaluz bien gracioso (y que sabe alemán, chino, y empezó a aprender árabe en el avión).

Al volver al Centro de Idiomas fuimos a comprobar los niveles en los que estábamos… Cuál fue mi sorpresa al ver que no sólo no estaba en el nivel 2… si no tampoco en el 3, ni en el 4… ¡¡¡si no en el 5!!! Así que así empieza mi vida jordana, chicos, a darle duro al árabe, pasar calor hasta que el otoño decida venir a visitarnos, hacer amigos y, sobre todo, sonreír.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Empezando a aterrizar



Sí… mi avión aterrizó hace ya cuatro días, pero yo aún estoy en ello. ¡Sigo mezclándolo todo! En mi cabeza, en mi corazón… mezclo vivencias en mi memoria, mezclo idiomas, mezclo hábitos culturales, mezclo sentimientos y emociones. En casa, mi portátil reproduce música africana, mientras estudio árabe y más tarde leo un libro de lectura en castellano. Todavía mi sangre palpitaba por Zambia cuando volé a Jordania y una vez aquí, mi corazón recuerda a mis seres queridos en España. ¿Quién no se volvería loca?

Pero sí, poco a poco, voy aterrizando.

Ammán es una ciudad con cerca de 2 millones de habitantes y se encuentra a 777m sobre el nivel del mar. Sin embargo, el área de Ammán donde me encuentro yo, sube a los 900m y pico, lo cual hace que sea más fresca. El Mar Muerto que toca a Jordania está a 416m bajo el nivel del mar!!! Eso lo hace el punto más bajo de la Tierra.

El otro día al final no fui al Mar Muerto, pues descubrí que el curso de la Universidad de Jordania donde estaré estudiando árabe nos llevará a los sitios más bonitos del país cada sábado (gastos incluidos en el precio del curso). Resulta que la entrada a la playa del Mar Muerto que da a Jordania cuesta unos 60 euros, qué locura…

Las fiestas del Ramadán ya han terminado y parece que todo ha vuelto a la normalidad. En varias ocasiones ya por la calle me han hablado en árabe como si fuera de aquí, y ayer en el supermercado me dijeron que parezco jordana! ¿Quién lo diría? Cuando les dije que “ana isbaniya”, les hizo ilusión y me preguntaron si era del FCB o del Real Madrid. Uno de los que escuchaba me dijo que había estado varias veces en España (Barcelona, Málaga, Toledo…). La gente es muy abierta y amable, me alegra mucho ver que para ellos no soy una intrusa más que ha venido a chupar de su espacio para llevarme su idioma.

Ahora toca estudiar fuerte para sacar un buen resultado en la prueba de nivel del día 20 y que me den mucha caña. Quién sabe lo que me falta por vivir aquí todavía…

sábado, 11 de septiembre de 2010

Primera puesta de sol

Los que me conocen y me han seguido la pista saben que lo primero que vi al aterrizar en Lusaka, Zambia, fue un amanecer increíble como nunca antes había visto. Pues bien, ésta vez, me ha tocado aterrizar en Ammán, Jordania, y lo primero que vi mientras mi avión jordano aterrizaba fue la puesta de sol, al mismo tiempo que sonaba la llamada a la oración en las mezquitas.

Pensé que el país entero se alegraba de mi llegada y por eso se oían fuegos artificiales por el cielo y se vivía un ambiente festivo de alegría. Pero resulta que no era exactamente eso… ¡Hoy terminaba el ramadán! Y con él, todo el cambio absoluto de programación que había producido durante esos últimos 30 días: cambio en el programa televisivo, en el horario de apertura y cierre de comercios… y cómo no, en el humor de la gente.

Al llegar al aeropuerto, cambié mis euros a dinares jordanos (1 euro = 0.85 JD) y pagué por mi visado. Me vinieron a buscar a tiempo, y me llevaron a casa. Mi piso se encuentra debajo del piso de los dueños del mío. Un edificio precioso, de piedra de un color teja claro. Fuimos primero a su piso, cenamos un plato de la casa hecho con yogur, pepino, tomate, menta, orégano y comino, junto con hummus (pasta de garbanzos) y pan para acompañar. Y cómo no, un té con menta delicioso. De postres, me dieron dátiles bañados en chocolate y almendra bañada en azúcar. ¡Todo bien rico!

Mi piso es igualmente bonito y espacioso, y se encuentra a 5 minutos andando de la Universidad de Jordania, ¡es perfecto! Caí muerta sobre la cama en cuanto se fueron. A las 5:30 de la madrugada ya se oía la llamada a la oración de la mezquita que según parece suena cada día al amanecer, al mediodía, por la tarde, al atardecer y al anochecer. Es precioso, la verdad, se oye como si fuera una radio encendida desde el cielo.

El tiempo es todavía de verano, hoy llegamos a los 35ºC. Tal vez mañana vayamos al Mar Muerto, donde dicen que hace 10ºC más todavía!

Estos días son las fiestas del Eid-al-Fitr, del ramadán, así que están de fiesta unos días y casi todo está cerrado, excepto los supermercados que parece que no cierran ni de noche!

“Bienvenida al mundo jordano, Aida”, me dijo Shireen hoy.