martes, 12 de octubre de 2010

Un día para inmortalizar

Aunque aquí cada día tiene algo de especial que merece la pena dejar grabado en un Blog como este, ese día fue interesante de principio a fin.

Al terminar mis clases por la mañana, fuimos a comer al restaurante de la Universidad (que como no dejemos de hacerlo nos va a salir arroz con pollo por las orejas), y nos pusimos en marcha. Dunia, Victor, Cameron, Aseel, Jamal, Zeina, y yo (3 españoles, un escocés, un americano y dos jordanas) decidimos ir para lo que aquí llaman al-Balad, lo que internacionalmente se conoce como Downtown y lo que en castellano, en el caso de Amman, se puede traducir como “el centro de ciudad y casco antiguo”. Cogimos un taxi y fuimos para allá. Una vez ahí, preguntamos por la cafetería Al-Jafrah y llegamos. Es una cafetería grande, situada en el centro de la ciudad. En cuanto entramos, sentimos un fuerte olor a algo… un humo, pero con fragancia de frutas y otros sabores familiares, la gente iba ahí a fumar lo comúnmente conocido como narguile, shisha o cachimba. Nos sentaron en el mejor sitio, con butacas y todo, yo me sentía como en casa.

Pedimos que nos trajeran narguile, sí, que lo que en nuestra España puede llegar a costar 10 o 12 euros, aquí cuesta 2 dinares (no llega a 3€). La experiencia fue… interesante. Tuve un precioso rato con una compañía inmejorable y hacia las 6 decidimos ir volviendo a casa. Por el camino, nos paramos en una perfumería porque yo tenía que comprarme un perfume (no por nada, sólo que tuve que dejar el mío en España y no podía vivir más tiempo sin identidad olfativa). Hablé un rato con el chico mientras me preparaba el perfume que más me había gustado, sonreí un poco, y ya lo tenía: lo que me iba a costar 9.5 dinares, me costó 8.

De vuelta a casa, cogimos un taxi, y ahí tenéis la mejor parte del día.

Cinco de nosotros nos metimos en el mismo taxi y la verdad, creo que pasé el mejor rato del día: el taxista, un señorito de no menos de 55 años, con bigote blanco y tres pelos contados en la cabeza, me pidió la mano. La cosa fue de la siguiente forma:

- ¿De dónde venís?

- Yo vengo de España, pero ahora mismo soy jordana.

- Ah, ¿sí? ¿Y eso? ¿Te has casado con un jordano?

- Uy, no, no. ¿Qué pasa, tienes alguien para mí?

- Sí, yo, yo.

- Jajaja, ¿pero con este coche? ¡No!

- No, tengo tres coches.

- Ah, bueno entonces trato hecho.

- Ok, mañana traigo los papeles y los firmamos.

- ¡Perfecto!

Jajaja, no veáis las risas que se echaron mis compañeros durante todo el viaje y aún a veces cuando lo recordamos e imaginamos que algún día se presentará a la Universidad con papeles en la mano esperando que cumpla mi promesa. Él me dio su tarjeta de visita, y yo al salir del taxi le dije: “Bueno, ¡nos vemos mañana!”.

Así terminó ese día, un día que imagino que se perderá entre otros muchos días al final de mi estancia en este bello país, donde la gente sonríe por doquier y donde las bromas, tengan o no algo de cierto, son el hábito más puro e inocente.

1 comentario:

  1. Hola Aida soy Thais, que tal? Intuyo que todo va fenomenal en tu estancia, aparte de estudiar i formarte te lo pasas pipa eso es bueno! Se te echa de menos en la tienda, espero verte pronto con esa sonrisa que te caracteriza, por cierto le saco los hilitos a los fulares jeje!! Un abrazo grande, besosss.

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