domingo, 27 de febrero de 2011

Aventuras, confusión... Vuelta a Jordania

Así es, las peripecias y aventuras me demuestran que vuelvo a estar en Jordania, y que todo es posible.
El fin de semana pasado tuvimos la visita del hermano y primo de Dunia, y a pesar de que teníamos clases y que no pudimos acompañarlos a Petra, al desierto de Wadi Rum y al Mar Rojo de Aqaba, sí que pudimos ir con ellos al Mar Muerto... o lo intentamos.
Carlos, el primo de Dunia, ya se había empapado de todo lo que ofrece la guía y nos dijo que tenía un interés enorme en unos acantilados que quedaban al otro lado de la carretera del Mar Muerto. Así que decidimos echarles un vistazo antes de meternos en el Mar Muerto (o meterles, porque nosotras con una vez tuvimos suficiente... creedme que con una gota de ese mar se puede aliñar una ensalada entera).
Yendo en coche por la carretera del Mar Muerto fuimos fijándonos en los acantilados que quedaban a nuestra izquierda hasta que vimos uno por el que fluía un riachuelo de agua dulce que llevaba al mar. Decidimos aparcar ahí mismo e ir a ver qué había. Nos emocionamos al no ver de dónde bajaba del riachuelo (sí, como críos) y empezamos a seguirlo para llegar a su nacimiento.


El caminito resultó en una ruta de senderismo casi 100% virgen lo cual todavía nos emocionaba más (ya sabéis, saltar de una roca a otra, esquivar el agua del riachuelo cruzándolo mil veces para descruzarlo después, etc., etc.). Después de 2h de senderismo, y de ponernos a gritar por cada pequeña maravilla de la naturaleza y echarnos mil fotos con todas ellas, llegamos a una especie de lago, de agua dulce, al que caía agua de una pequeña cascada de agua ardiendo y otra, al otro extremo del lago, de agua fría. Nos dejó maravillados, un par de nosotros se echaron al lago primero, y les seguimos el resto, claro está... en ropa.
Hacía mucho calor, pues estábamos a la altura del Mar Muerto (411m bajo el nivel del mar), y concluimos que el agua ardiendo bajaba de debajo el suelo, tal vez de debajo de rocas volcánicas y creaba alrededor de la zona de la cascada un pequeño yacuzzi donde relajar los músculos (yo preferí meterme en el lado de agua fría, claro está). En un momento, caminando dentro del lago, pasé por una zona en la que el agua me cubría solo hasta las rodillas y me sorprendí al ver un bulto en mi bolsillo... metí la mano... ¡¡¡MI MÓVIL!!! Khalas, como dicen aquí... se acabó.
Carlos, con esa rapidez del hombre salvador, me lo cogió y lo puso al sol. Pero nada. Después de una semana, debo confesar que mi móvil sigue sumergido en arroz, que es lo que hice al llegar a casa. Había oído que el arroz absorbe el agua, pero creo que por la cantidad de minerales que llevaba el agua del lago, el arroz no ha podido absorber mucho.

Usaré esta entrada del blog para acabar de convencerme de que es hora de sacar el móvil del arroz.
Por suerte, conseguí comprar uno nuevo el lunes pasado: "Quiero un móvil, nokia, el más barato", y qué bien me entendieron, que me mostraron un móvil nokia sencillo de los que a mi me gustan, práctico y nada feo, por 17 dinares (18 euros), y con linterna supersónica y todo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¡Estoy de vuelta! ¿Dónde? Ahora os digo

Queridos amigos, compañeros, y familiares:
Voy a pedir unas disculpas públicas y sinceras por los casi dos meses que hace que no escribo. La verdad es que tenía muchas ganas de escribir, pero sinceramente, cuanto más pasaba el tiempo, más vergüenza me daba escribir... hasta que fui a España y me encontré con gente que me preguntaba cuándo iba a actualizar, yo que erróneamente pensaba que nadie lo leía... Ya me dijo mi querido Ricard, que "ese es un fallo muy común entre los blogistas: cuando no tienen comentarios en sus entradas creen que nadie lee y se frustran, y eso no es cierto". ¡Así que aquí estoy!
Después de escribir mi última entrada, me enfrentaba a los exámenes finales, así que aprovechando que Dunia tristemente se volvía a España de vacaciones navideñas, acepté el ofrecimiento de las chicas a pasar las navidades en su piso. Me hice mi pequeña mochilita y como aquel que va a escalar montañas me equipé de todo lo necesario para afrontar el frío... sólo me faltó llevarme la mantita.
Estuve en el piso de las chicas (Mari, Alicia, Diala y Laila) hasta el 5 de enero que volvía Dunia, estudiando, haciendo una de las butacas del salón mías (dicen ellas que desde entonces ya nadie se ha sentado en esa butaca, parece que ya lleva mi nombre...), comiendo porridge, jugando a cartas con Alicia, pasando horas charlando las cuatro sobre temas que van más allá de "¿Qué has hecho hoy?" y "¿Qué vas a hacer hoy?", y eso sí, en casa, siempre con la manta sobre los hombros y el té caliente, y por las noches con el pijama, las medias, la camiseta interior y las 4 mantas encima. En resumen: días inolvidables, desde luego, incluído el fin de año íntimo que vivimos Alicia y yo, empezando a ver "Bichos" en árabe y terminando por jugar a las cartas y echarnos unas risas, eso siempre.


El 5 llegó Dunia, e hice el exámen final (de cuyo resultado puedo decir que estoy muy satisfecha, modestia aparte, claro). El 6 ya estaba viajando a España donde me esperaba como siempre, mi querida familia con la comida persa que tanto había echado de menos.
"Oye, has adelgazado?", fue de las preguntas que más tuve que responder... sí, había adelgazado, pero no os preocupéis que para eso está mi madre: "A ti te voy a engordar yo". Al día siguiente tenía la nevera llena de arroz con leche, tarta de nata y frutas, y un bocata de jamón serrano para media mañana... no hay nadie como una madre, no cabe duda.
Y sí, me encontré con mi realidad de siempre: un hermanito que me pone al día de toda la música del momento, otro hermano estudioso hasta las cejas que yo creo que dejó un hueco en ese escritorio de tanto clavar los codos, una madre 100 que canta, se encarga de dos tiendas, es consultora de belleza y sigue haciendo todo lo que hacía siempre... bueno, mentira, y un papá que cada día me sorprende más con sus dotes culinarias, su conocimiento e interés por todo, y ese cariño que solo sé percibir yo.
Pasé una semana entera en Tenerife, creyendo que iba a la tierra del sol y la playa y me encontré con nubes, frío y lluvia... ya me decían que me los traje conmigo de Jordania y la península, quién sabe, sólo sé que tal vez llevé conmigo todo eso, pero me traje conmigo mucho más. Tuve la oportunidad de visitar a mis tíos, y eso me dio mucha alegría, y cuándo no.
Y qué miedo tenía de perder el árabe adquirido en Jordania durante mi estancia en España, y eso que no era mucho... o eso creía. Estando en España me di cuenta de la cantidad de expresiones que automáticamente se me salían en árabe. Muy a menudo me salía algún ma fi (no hay), ma beddi (no quiero), ya habibi (múltiples usos, desde "madre mía", hasta "¡ay cariño!"), yallah(venga)... y cuánto deseé no cambiar de chip hasta volver a Jordania, y cómo me escucharon desde arriba.
Hace una semana volví a Jordania con sólo dos cómplices conocedores de mi llegada y sorprendí a mis chicas en la cafetería con un "¿Qué pasa, que ya no contáis conmigo o qué?".
La verdad es que estoy muy contenta de mi progreso en el árabe, y la semana que viene, enshallah (si Dios quiere), empezaré un curso en árabe coloquial, que es el que más me interesa por querer trabajar como mediadora intercultural.
Y aquí estamos de vuelta... ¡A por todas más que nunca!

P.D. Para los curiosos: sí, mi madre lo consiguió, logré engordar 2kg.