domingo, 21 de noviembre de 2010

Vacaciones: Día 2

El segundo día... tocaba madrugar. Los que bien me conocéis, sabéis lo que me cuesta salir de la cama un día normal, cómo describiros lo que me costó levantarme, siendo día de vacaciones, y a las 5.50! Pues sí, lo conseguí, a las 7 teníamos que estar preparados para partir hacia... ¡Petra! Por Petra, lo que sea, pensé al despertar. Por Petra, y por Wadi Rum. Petra se encuentra al sur de Jordania, con lo que nos llevó 4h llegar ahí. Es una maravilla del mundo, es un enclave arqueológico y se remonta al siglo VII a.C.

Era la capital del imperio nabateo y lo mas impresionante es que es una ciudad no construida, si no excavada, esculpida en las rocas. Se caracteriza por su color rosado, pero en cualquier sitio puedes encontrar parte de roca amarilla, azul o gris.


El día no era muy bueno, hacía mucho frío y caían gotitas del cielo pretendiendo llegar a ser lluvia. Al final, lo consiguieron. Sin embargo, eso no nos detuvo, conseguimos subir hasta la roca más alta, un camino de 1h la subida y unos 45min la bajada. Llegamos a una altura de 200m, donde el viento soplaba con fuerza y la arena empezaba a molestar, con lo cual decidimos bajar rápidamente.
A las 15h ya, comidos y descansados (o algo así), nos montamos en el microbus de nuevo.
Próxima parada: ¡WADI RUM! Wadi Rum es el nombre que recibe el desierto jordano. Wadi significa Valle, y Rum significa Altas montañas (Wadi Rum= Valle de las altas montañas).
Debo decir que es el lugar que más ilusión me hacía visitar: el Desierto. Hacía tiempo que conservaba esa visita como un sueño (una vez cumplido el sueño de montar a camello). Llegamos a Wadi Rum hacia las 18h, ya era oscuro y no se podía distinguir gran cosa. Nos montaron en un 4x4 y nos llevaron al sitio donde pasaríamos la noche. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que nos habían preparado un sitio para nosotros 8 solos, con un par de jaimas para dormir a cubierto (cosa que desde luego yo no hice), una hoguera en el exterior rodeada de colchones donde nos sentábamos. Lo primero que nos dijo el beduino es que tuviéramos cuidado con las serpientes, los escorpiones y las hienas. Qué gracioso, oye.
Nos sirvieron un té delicioso y nos invitaron a cenar maqlube (plato palestino conocido en el mundo árabe constituido de arroz, pollo, coliflor, patatas, berenjena, zanahoria y/o otros ingredientes).
Terminamos la noche bailando dabke, aprendiendo trucos de magia con una cuerda hecha a base de pelo de cabra, y oyendo historias de nuestro beduino acerca de la forma en la que viven en el desierto. Nos contó, por ejemplo, que los escorpiones suelen vivir a 20cm debajo de la arena y que para inmunizar a los niños de las picadas del escorpión, las madres fríen el escorpión ya muerto, filtran el aceite que se usó para freír y untan su pecho con él. De esta forma, cuando el bebé bebe la leche materna, a la vez está bebiendo de ese aceite, y crece inmune al veneno del escorpión.
Nos quedamos alrededor de la hoguera hasta casi las 3, y la mayoría sacamos las mantas afuera y nos quedamos dormidos mirando las estrellas en ese cielo desértico tan despejado ansiosos por despertarnos dos horas después para ver salir el sol de detrás de las dunas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Vacaciones cortas, pero intensas

Después de varias frustraciones en lo que iban a ser nuestros planes de vacaciones estos días, durante la fiesta del sacrificio (Eid al-Adha), encontramos un Plan E, y no por ello más aburrido o menos interesante.

Junto con los demás estudiantes españoles del Centro de Idiomas (siete en total: un chico y seis chicas, lo sé, lo sé, qué suertudo) planificamos un viaje en microbús por dentro de Jordania que pasara por: Madaba, el Monte Nebo, Petra, el desierto de Wadi Rum, Aqaba y el Mar Rojo. Así que ya veis, un viaje de 3 días, cortito, pero intenso, variado y completo, visitando desde montes a playas, montañas, desiertos, rocas y cataratas.

Día 1:

Salimos a las 8.30. El microbús llevaba conductor incluido, un conductor palestino de los más salados, de 30 años, y de sonrisa permanente, una de esas personas que crees que no saben lo que es estar triste o ser infeliz.

De Amman, nos llevó en un trayecto de 40min a Madaba, donde el número de cristianos representa un 30% de sus habitantes. Por ello, es conocida por ser la ciudad de Jordania con mayor número de cristianos y por ser la ciudad de los mosaicos. Así es como visitamos la Iglesia Ortodoxa, y unos talleres en donde se creaban los mosaicos.

De Madaba fuimos al Monte Nebo, a sólo 20min. Ese Monte tiene un importante significado en la historia de las religiones, pues es ahí desde donde Moisés contempló la Tierra Prometida y también donde falleció. Fue enterrado ahí mismo pero no se sabe exactamente en qué punto. De ahí recorrimos 5km para llegar a la zona del Bautismo de Jesucristo, a escasos metros de la frontera con Israel. Visitamos también el Río Jordano, a un lado del Río estábamos nosotros, al otro, se encontraba Israel (el río tal vez hacía 4 o 5 metros de ancho como mucho), y se nos puso a todos la piel de gallina con sólo ver a los militares israelíes paseando al otro lado del río con sus metralletas colgando y su mano derecha sujetándolas con firmeza por el gatillo.

La zona del Bautismo, a pesar de encontrarse a 10min del Monte Nebo, está situada 1200m más abajo, a poco más de 400m por debajo del nivel del mar (al mismo nivel que el Mar Muerto). La temperatura era casi 10º C mayor, llegábamos a los casi 40 ºC.

Finalmente nos dirigimos a unas cataratas, los Hammamat Main, muy cerca de la zona del Bautismo (y consecuentemente, a la misma altura). Son unas cataratas muy pequeñas y curiosas: el agua venía de vías subterráneas en una zona de rocas volcánicas y por ello, era agua muy caliente, casi ardiendo, lo que lo convertía más bien en una experiencia de aguas termales y yacuzzi.

Así fue como terminó nuestro día de la forma más relajada imposible, y volvimos a nuestras casas para levantarnos al día siguiente a las 6 e ir a ver otras maravillas de este país que no deja de sorprendernos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Buen tiempo? ¿Para quién?

Sí, muy buen tiempo ha empezado a hacer, y no me refiero al sol y al calor que todos podéis tener en mente (todos, menos alguno al que le suele gustar la lluvia).

Llegué el 9 de septiembre y hasta hace apenas unos días no he tenido el Placer de ver, oler y sentir la lluvia en el ambiente. Parece que de esto hasta los propios jordanos están sorprendidos. El verano suele terminar a mediados de septiembre para dar lugar al otoño.

Hace unos días, cuando tuvimos la primera lluvia, Dunia y yo nos pusimos como locas, recuerdo que estábamos haciendo la cena y oímos llover. Automáticamente nos olvidamos de ella y corrimos a ver la lluvia. Dunia sacó su cámara y echó unas fotos… Le dije que como alguien nos vea en ese plan, pensarán que “estas ignorantes es la primera vez que ven agua caer del cielo”.

En el centro de la capital, la altitud es algo menor y hace más calor. La zona en donde vivo es más elevada y hace más fresquito. Por otro lado, el Mar Muerto es el punto más bajo del mundo, se encuentra por debajo del nivel del mar y por eso allí te encuentras siempre con 10º C más que en Ammán.

En fin, a finales de octubre aquí todavía llegábamos a los 34º C cada día, empecé a pensar que me traje yo el verano. Que lo traje arrastrando del verano del 2009, luego del verano zambiano del 2009 al marzo del 2010 y luego del verano gerundense del 2010 mismo. En total, llevo viviendo un año y medio en completo verano. Al fin parece que estos días empieza a refrescar. No veáis las ganas que tengo de volver a usar mis pañuelos, mis abrigos, mis guantes y mis botas.

¿Ya tocaba, no?